Casa y taller en El Escorial, Madrid

 

Casa y Taller en El Escorial, Madrid

2000

En la ladera de Abantos de San Lorenzo de El Escorial, orientada a mediodía, se encuentra la casa y el taller del pintor Leandro Antolí.

La evidencia de un territorio y un programa, sugieren la fragmentación como organización en cuatro bandas para dar paso a la invención de envolventes. Dormir, comer, trabajar, y habitar se pliegan cada uno sobre sí mismo para albergarse bajo un plano que pierde su condición al disolverse. Un elemento continuo que se asoma, se orienta, resguarda y salva desnivel sobre la ladera.

De esta manera la pieza de descanso adopta un carácter introvertido, mientras que el resto de los volúmenes se abren respondiendo al programa que albergan. El taller recibe luz de norte a la vez que una visión de Abantos, su planta baja se recoge sobre sí misma para almacenar las obras, y los espacios de estar se abren al sol, y disfrutan de las vistas del valle en el que se distingue Madrid incluso desde la planta baja. Un gran alero permite la entrada de los rayos de invierno, y protege el interior en verano. El espacio de cocina se desarrolla en una sola planta dando lugar a una terraza en planta alta, que enfatiza la independencia funcional del taller respecto al resto de los usos. Esta independencia es total ya que, aunque todo esté comunicado interiormente, aparecen accesos exteriores independientes.

Las cuatro piezas descansan sobre un zócalo de piedra que resuelve la horizontalidad, los espacios exteriores, y el desnivel del terreno. Además de conseguir elevarse sobre el entorno inmediato, que carece de interés, se facilita la conexión con el resto de la parcela.

La condición de piezas descansando sobre el zócalo queda patente en la discontinuidad del plano interior con el exterior, debido precisamente al grosor de la piel envolvente, los forjados de planta baja, en este caso.

Este salto es salvado mediante elementos metálicos que aparecen en los cuatro accesos.

La materialización de estas pieles se limita a un sistema convencional, y adopta un color que roba al monte, respondiendo a su génesis topográfica, y tratando de integrarse en el paisaje.

La relación con el contexto más próximo también aparece polarizada de la misma manera. Los pliegues ofrecen una espalda a la calle trasera de acceso, dando mayor privacidad a los espacios exteriores soleados de la parte delantera, que aparecen gracias a la implantación intercalada de las piezas, forzada a su vez por la irregularidad geométrica del solar.

La implantación en el lugar está condicionada tanto por motivos exteriores de soleamiento y topografía, como interiores de uso y relaciones funcionales. La conjetura de génesis dinámica, de pliegues envolventes, es una manera de entender estos dos aspectos que interactúan, interior y exteriormente, que se entrelazan separados por una membrana que queda congelada en un momento de acuerdo entre ambas partes. Función y contexto dialogan.

Arquitectos: Ignacio Borrego y Fernando Borrego
Promotor: Private
Construcción: 1999 – 2000
Aparejador: Raúl González
Superficie construida: 220 m2
Presupuesto: 132.000 € (21.900.000 ptas)

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