Centro de Investigación en Moray, Perú

 2º Premio Concurso 2019

Arquitecto: Ignacio Borrego

Proyecto: 2019

Ubicación: Ruinas de Moray, Perú

Superficie construida: 5400 m2

Colaboradores: Francesca Piva

Asistentes: C.Ocano + M. Ortega

Infografías: LAB-LOB + Francesca Piva

Instalaciones + Estructuras: Ingeniería Valladares

Aparejadores: Dirtec

 

El respeto a un lugar

Intervenir en un entorno requiere la interpretación de sus características para establecer unas reglas de dialogo. Tanto el contraste como la integración pueden resultar respetuosas si conservan la memoria existente en el lugar, sin embargo, en esta ocasión, junto a un sitio arqueológico mágico y silencioso, parece oportuno que el nuevo programa tenga un impacto mínimo, y no exista ninguna conexión visual con las prexistencias.

¿cómo se integra en el paisaje un centro de investigaciones que quiere abrirse y disfrutar del mismo? Se apuesta por reducir su presencia diluyendo su altura y haciéndolo formar parte del paisaje. Una serie de terrazas que redibujan la topografía existente aluden a las construcciones incas y alojan de forma discreta el extenso programa del centro de investigación científica.

Desde el entorno cercano, sobre el área de intervención, como el pueblo de Misminay, la construcción desaparecería completamente, y tan solo desde abajo, desde los campos de cultivo inferiores, y más alejados, se percibiría como una serie de terrazas camufladas en la orografía.

Las terrazas alojarían las distintas partes del programa con vistas amplias hacia el paisaje, y se matizarían con delgadas lamas verticales de piedra local que integrarían la edificación en el entorno natural. Dejaría de tener la escala de una construcción arquitectónica, para aproximarse a una trabajo sencillo de paisajismo.

Espacios de encuentro y espacios de retiro

La configuración de un centro de investigaciones con la ambición que esta ocasión ofrece, requiere la disposición de una estructura que facilite dos ámbitos diferenciados que disfruten de forma simultanea pero independiente del bello paisaje circundante. Las áreas de relación están vinculadas al acceso principal y se organizan en un único nivel, la planta superior de acceso. Apartadas, en diferentes niveles se disponen los espacios de descanso, comunicadas mediante ascensor o caminos directos interiores o exteriores.

El mal de altura

Se propone la implantación del centro en la parte baja del área de intervención para permitir que la conexión peatonal con el mirador, y con el restaurante MIL sea a lo largo de una curva de nivel lo más horizontal posible.

A una altitud andina en la que los visitantes deben limitar sus recorridos, especialmente los verticales, por no estar acostumbrados a la falta de oxígeno, se ofrece además una distribución compacta y sobre todo accesible a través de recorridos horizontales y un ascensor que comunica los tres niveles.

Aparte de los recorridos mencionados, se ofrece una red de recorridos alternativos exteriores dan acceso a las habitaciones través de las terrazas ajardinadas cuando el clima lo permite. Estos recorridos acceden a las zonas de descanso a través de patios circulares que evocan las fábricas incas y sus peldañeados de piedra volada desde los muros de contención, a la vez que iluminan y conectan los pasillos con el exterior.

Paisaje construido

La materialidad de la intervención pretende, con el ánimo de integrarse, acercarse a las obras civiles de aterrazados tradicionales, que mediante la inercia de los muros de piedra consiguen domesticar en cierto modo la orografía para ponerla a la disposición de sus habitantes.

La manifestación formal de la propuesta busca desaparecer en la ladera y tan solo distinguirse como una sutil contención de tierra.

Un centro desconectado del resto del mundo

La llegada a este lugar niega la representatividad de los propileos. La llegada es escenográfica pero no monumental, porque lo importante no es la conexión con la procedencia de los viajeros sino el aislamiento que proporciona este misterioso lugar.

El edificio engulle un camino de acceso no pavimentado y discreto, que a su vez atraviesa el complejo para dar servicio en la parte superior del área de intervención, a la vivienda e instalaciones existentes. Los vehículos son absorbidos por la montaña, y no harán falta de nuevo hasta que la experiencia o investigación en el lugar haya terminado.

El acceso principal es una gran marquesina iluminada con dos patios y el desembarco de los visitantes se produce en un punto en el que la visual del horizonte a través del foyer anuncia la posición majestuosa del centro.

Un exterior discreto aloja un centro extrovertido y abierto a un imponente paisaje.

Inercia y sostenibilidad

La implantación del centro se ha estudiado de forma que el volumen de tierra excavado es equivalente al volumen de tierra necesaria en los rellenos previstos para acomodar la edificación en la ladera.

La exposición de la construcción al clima exterior es muy reducida, ya que toda la base como la espalda está protegida por la montaña. Esta inercia no solo evita de forma pasiva y eficiente las pérdidas energéticas, sino que favorece la estabilidad térmica de la construcción a lo largo de las variaciones entre el día y la noche, o las distintas partes del año.

 

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