Jardín muerto, Madrid

 

Jardín muerto, Madrid

2000

La actuación en el pueblo de Fuencarral plantea la aparición de un nuevo lugar abierto físicamente al público. Este cambio modifica radicalmente su carácter en contraste con el uso íntimo y recogido de un jardín privado.

Necesidades funcionales y condiciones preexistentes organizan el espacio mediante una serie de piezas inertes; árbol, suelo y muro.

La muerte de un cupresus macrocarpa lambertiana, requirió la construcción de un esqueleto para mantener una glicina que sobre él había crecido. El suelo se pliega para albergar un espacio de aparcamiento y la leña del árbol muerto. Se levanta un muro, que hace de separación entre el jardín interior y el jardín muerto.

La vida es movimiento intencionado. Cada organismo está compuesto por una serie entidades que reproducen en vida otras combinaciones para sobrevivir. Los objetos muertos son aquellos que no se pueden curar, son reflejo pasivo de sucesos, diario objetivo de experiencias no sentidas. La muerte no puede congelar el movimiento, tan solo la voluntad que lo produce. Este lugar perdió su libertad al morir, y está condenado a narrar el paso del tiempo.

Arquitectos: Ignacio Borrego, Néstor Montenegro, Lina Toro y Santiago Becerra
Promotor: Privado

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